"Porque el tiempo es vida, y la vida reside en el corazón" - Michael Ende

viernes, 10 de mayo de 2013

Utopía que llegará


Asómate a la ventana.
Oculta realidad, escondida está
tras una cortina tan difusa 
como veraz.

Creada por anómalos entes
escapados de cárceles de moral.
Hombres grises que atravesaron la ficción
para hacerla muy real.

Ya lo decían los músicos forjados en metal
que el maestro de marionetas habría de llegar.
El dilema a entender aquí,
es que no se cuentan por unidad, 
se cuentan por mil.

Atan, ahogan, presionan.
Aniquilan, compiten, destruyen.
Marchitan.
Pudren.

Felicidad que no se refleja.
Corazones apagados,
enturbiados por un cielo oscuro
pintado a carboncillo sobre lienzo puro.

Un cielo que no se subasta en conocido lugar,
que se impone por encima de toda la bondad,
que se es obligado a aceptar, a enseñar,
a amar. 

Ponen como lema 
que la libertad debe ser una condena,
que no es más que un tóxico residuo,
que debe ser borrado cual cuenta mal hecha.

Aquello que llaman "valor"
adorna muy bien libros y revistas sin color.
Respétalos por encima de todo
mientras, quebrados, quedan por doquier.

Porque la balanza está a su favor
y no hay peso para contrarrestar.
Para que la igualdad sea la bandera,
el himno, la arenga, la cultura,
de aquellos a los que intentamos salvar.

Melodías infinitas sin punto final,
Versos envenenados pero placebo para sanar,
bustos y cuerpos sin perfilar.
Todo es producto de una imperfección sin igual,
tratada como un moscón que no para de molestar.

Ellos son el mal,
respétalos, saben cómo jugar.
Nosotros negras, ellos blancas
en un ajedrez que no admite reinicio.

La guerra no se gana en un campo de batalla,
se gana con la inteligencia de los que saben
que el riesgo de perder tienta más que el de la victoria,
que el dolor es la peor de todas las pandemias,
que sus vidas no tienen sentido sin alguien a quien hacer reir,
hacer disfrutar, hacer sentir especial...

Vivir la vida de una definición precisa,
que no admite ambigüedad o hipocresías,
y que no hay que dejar que florezca,
sólo en relatos o en puras fantasías.

Es hora de demostrar
que no hay apócrifos momentos,
que no existen afligidos recuerdos,
y que sentimos que nuestro camino es el correcto,
que nos caemos para levantarnos sin dudas o vacilaciones,
que somos mejores, somos reales no cadáveres
podridos de avaricia, de rencor, codicia. 
Desagradable hedor, aversión sin exponente.

Incalculable amor encerrado.
Cual olla a presión,
estallará.

El mundo sigue girando sin cesar.
No hay opción, sólo ganar.

Utopía...que llegará.