"Porque el tiempo es vida, y la vida reside en el corazón" - Michael Ende

martes, 22 de septiembre de 2015

Mapas de arena

Llamas que me dan vida,
toxinas que no hieren, resucitan,
como el travieso mar de idas y venidas
con la bajamar, solo, he quedado.

Frescor y brisa rememoran
tantas sensaciones vividas.
Esos mapas de arena en la playa
que no marcaban un fijo destino.

Cartas que escribimos se marchitan
para nunca hacer sus palabras,
como los zafiros de azur
que los años no consiguen opacar.

Nuestros nombres estaban allí
grabados en las puertas de la inmortalidad.
Ni guerras egoístas, ni ponzoñas malditas
robaron un segundo de amor.

Hubo historias para dar y tomar,
interminables sociedades por criticar,
imposibles enigmas que descifrar,
como la inmutabilidad de tus ojos.

Y la cuenta se hizo imposible de seguir,
las eras, los eones...
el tiempo se volvió contra mí
desde que no estás.

Esa simpleza que nos hacía mejores,
no pertenecíamos a ningún lugar
y de todos éramos señores.

Te encantaba jugar en el mar...

Recuerdo aquellos siglos de infancia
tiempo para caer y levantar,
de jugar, reir, llorar, experimentar...

Locura emocional sentía,
chispa fuiste que prendió mi vida,
ardiendo el bosque, encendiendo el Sol
y dejando mi cuerpo negruzco carbón.

10000 años han pasado ya...

Sentado en el abismo,
recordándote jugando en el mar,
en aquella playa donde los mapas de arena
no llegaron nunca a alcanzar.

Nunca desaparecerás mientras yo exista 
para poder contar que perdí la cuenta,
que te encantaba jugar en el mar...




domingo, 13 de septiembre de 2015

En Nunca Jamás

Es verte sonreir así
y abrirme el corazón.
Contigo, existir sin fin
donde no alcanza el temor.

Tu perfección roza
hasta la más vulgar, latente
y extravagante de las dudas
que habitan aquel paraíso incoherente.

Allí no hay percepción u olor
sabor, tacto o color.
Tu esencia destilada en mis labios,
tu amor que llena vacíos.

Y siempre me escuchas
y no me dejas escuchar.
Pones palabras en mi boca
que no me atrevo a decir.
Eres la sal de mi océano
para no dejarme hundir.

Contigo la pena se marcha
hacia Nunca Jamás,
segunda estrella a la derecha
como bien decía Peter Pan.


La verdad...

No serías en mi reflejo
ni mirarías más allá.
Lloraba vida en aquel diario muerto
porque sólo yo podía recordar.

Ibas y volvías sin cansar,
susurrándome tu falta de marchar,
hasta que las drogas de color
te desterraron muy lejos del Sol.

Nada existió de lo que viví
y quedaste bien latente, sigues ahí.
Te espero en el "sinlugar" sin tiempo,
deshojando verdades, diciendo idioteces,
de este mundo creyéndonos reyes,
buscando nuestra armonía en el viento.

Leyendo ese diario hasta doler...

No dejaste de reir. 
Estabas allí
en el fin de los días...