"Porque el tiempo es vida, y la vida reside en el corazón" - Michael Ende

martes, 27 de junio de 2017

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Cerca estás,
cautivo en rechazo,
no puedo dejarte marchar.

Hoy sangro, 
inerte...
déjame abandonar.

Solo quedan recuerdos
como malas hierbas
difíciles de arrancar.
Raíz profunda y voraz
arrasa para vivir
devasta para nutrir
aquello que al olvidar
me permite ser feliz
que soy yo sin ti
más que tú sin mí.

Mi mundo de papel
ardió ante tus ojos
lento, visceral
oscuro, lumbre mojada.
La puerta cerrada,
sonrisa secuestrada,
los ojos de roto cristal
y el corazón sin guía,
sin luz ni Mesías,
agrietado como los versos
que hoy te escribo,
palpando el profundo hueco
que has dejado a medio hacer
y no puedo reponer...

Fui aquella fortaleza
que no pude defender
y a sus soldados, salvar.
Puse férreas barreras
que no puedo demoler,
muros gélidos que admirar,
bombas sin dinamitar,
zanjas pútridas llenas
de sentimientos tornados tóxicos
de todo lo que, por ti, 
dejé atrás.

Y hoy te dejo a ti
te dejo atrás.
No habrá virus que sanar
ni muertos a los que llorar.
Trenes para alcanzar,
apuestas que perder,
fue mi corazón el que estuvo en juego
y lo recuperé
en mil retazos,
irreconocibles pedazos
como yo me siento...
sin ti.

Pero hoy dejo que seas tú
saber qué se siente
al quedarse muy lejos
del calor del fuego
que soy yo,
y de ese amor puro,
habitante de mi interior,
morador del sentimiento,
dedicado pirómano,
señor de las llamas oscuras
en incendios que no se apagan solos.
Agua para tu vivir sería
pero tú, elegiste pasar sed...
y mirar hacia otro lugar.

Lejos quedarás
presa del olvido.
Soy yo el que te deja marchar.

Hoy sonrío, 
vivo...
y te dejo atrás.


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